miércoles, 16 de octubre de 2013

Venciendo la resistencia al cambio

Venciendo la resistencia al cambio.

Todos sabemos que el cambio es un proceso natural que viven todos las organizaciones y todas las personas. La Teoría General de Sistemas dice que todos los sistemas abiertos necesitan estar constantemente cambiando para derrotar a la entropía y poder seguir funcionando de forma efectiva. Sin embargo, demasaiado a menudo la reacción de las personas es irracional e impredecible.  Generalmente las reacciones al cambio se producen por el miedo, miedo a arriesgarnos y a salir de nuestra zona de confort, miedo a la incertidumbre económica cuando los cambios implican al trabajo o a los negocios, a la pareja, miedo al fracaso en definitiva. Pero aunque no aceptemos las causas del cambio, cuando éste es inevitable, sin duda sufriremos sus consecuencias, por tanto de nada sirve la resistencia porque empeorará nuestra situación.

1. Etapas en el proceso de cambio (Dr. Ramiro Ponce)

Las etapas que una persona o una organización atraviesan, segun Elizabeth Kübler Ross da para las etapas del duelo –con base en pacientes terminales, cuando algo cambia en su vida personal o profesional, muchas veces se parecen a las etapas de un proceso de duelo

1. La Negación:

Asumimos que no es cierto que las cosas hayan cambiado o que vayan a cambiar (esto se da lo mismo en un proceso psicoterapéutico ante un insight que se asocia con la pérdida de autoestima por ejemplo, que en un proceso de cambio organizacional, cuando se menciona a un grupo que se trabajará de manera distinta por ejemplo). Negamos que "la ola" (el cambio) está ocurriendo o que va a ocurrir.

En las organizaciones, es frecuente que algunos grupos – a veces los sindicatos, a veces los mandos medios- tiendan a quedarse estancados por un tiempo en esta etapa. Es decir, que su postura es "Aquí nada va a cambiar". Esto contrasta con la postura de la alta gerencia "Debemos cambiar" y del personal operativo ("¿Dios mío..¿Cuándo va a cambiar esto"?).Por ellos es en los mandos medios, en los cuales –usualmente pero no siempre- suele encontrarse la mayor resistencia al cambio.

2. La cólera:

Nos enfadamos (con el jefe, con el terapeuta, con Dios), como una manera de lidiar con la realidad, en el momento en que ésta ya no puede seguir siendo negada. Culpamos a otros de lo que está ocurriendo y sentimos que hay cierta injusticia ("¿Por qué yo…?")

Cuando esta etapa se da en las organizaciones, cobra muchísima relevancia todo lo que tiene que ver con proveer información abundante, frecuente y consistente. Si esto no se hace, la cólera conduce a la invención de historias terribles y empeora las cosas. La idea que se vende en esta etapa a los colaboradores es la de la "relativa serenidad del cambio", y no la de la "seguridad garantizada". Es decir, que no sería honesto calmar la natural ansiedad de las personas garantizando, por ejemplo que no habrá ningún despido, cosa que con frecuencia ni los Directores saben a ciencia cierta.

Es más realista aclarar que lo grave, realmente, sería no cambiar, porque ciertamente, ese falso sentido de seguridad que proporciona una comodidad como la que tuvo IBM en los 80 o la Ford a fines de los 70, en el sentido de que ningún cambio era necesario, sí garantiza –como se ha visto históricamente- un fracaso organizacional ). Pensemos que si no somos nosotros los que cambiamos, los propios cambios serán los que nos obliguen a cambiar y seguramente lo harán de una forma más dramática.

(Aquí, al hablar de vender la "relativa serenidad del cambio" como una opción más realista que la de negar la necesidad del cambio y garantizar una falsa seguridad, me refiero a organizaciones que verdaderamente necesitan el cambio, no a aquellas con Directores voraces y deshumanizados que por un euro más recortan cualquier cantidad de personal –lo que por cierto suele ser un búmerang, como lo demostró la famosa "reingeniería" cuando se aplicó en sus inicios con una mentalidad cortoplacista y voraz)

3. La Negociación:

Esta es una etapa de regateo interno, en la cual, para poder asimilar el "bocado" que representa la nueva situación, nos quejamos internamente (o también hacia fuera) sobre "si por lo menos", la nueva situación se hubiera dado de manera más benigna. ("Si por lo menos, me lo hubiera dicho de otra manera…."me hubieran dado más tiempo para adaptarme"…).

Cuando esta etapa se da en las organizaciones, usualmente, las personas han empezado a asimilar el cambio y han iniciado algunos intentos de adaptación al nuevo sistema. Este es un período de transición en el cual el cambio ha ganado parcialmente algunos adeptos, aunque por supuesto, algunos colaboradores aún estarán en la etapa de negación y otros en la etapa de cólera. Por ello, la empatía juega un papel importante en esta fase de negociación interna

4. El Valle de la Desesperanza Transitoria (VDT) (La Depresión Transitoria):

Aquí la realidad se ha vuelto innegable (es claro que la ex novia ya gusta a otro, o que el nuevo sistema de trabajo ha llegado para quedarse y que el antiguo sistema ya no volverá jamás). Ya no estamos cabreados, hemos dejado de regatear y se da el fenómeno de que transitoriamente nos sentimos vacíos, sin energía ni entusiasmo, desalentados. Tanto a nivel personal como organizacional ponemos en duda nuestra propia competencia y nuestra autoestima es frágil en esta etapa. Sin embargo, si nos "aguantamos" y aprendemos lo que la experiencia de cambio significa (y aquí la ayuda terapéutica, o al asesoría organizacional son importantes, cada una en su contexto) esta etapa es como un "invernar" transitorio, que nos fortalece y hace madurar.

En el contexto organizacional esta es la etapa más difícil. Es el equivalente al impasse psicoterapéutico. Las personas están claras de que el nuevo sistema ha llegado para quedarse pero aún no lo manejan del todo, y tienen que lidiar con esta frustración. Por otra parte, saben que no pueden regresar al sistema antiguo. Es como haber dejado un muelle, estar a mitad de camino rumbo a otro, cansado, pero sin opción de regresar al muelle de partida.

Hay al menos 5 elementos que son claves para que este VDT se haga menos largo y menos profundo y con frecuencia son éstos los que determinarán la diferencia entre el éxito o el fracaso del proyecto de cambio. Muy brevemente, diré que es necesario que haya:

a. Un líder reconocido como propietario del proceso de cambio que sea reconocido como íntegro, y que goce de alta credibilidad. O modelizar a alguna persona de referencia que haya afrontado con éxito el cambio.

b. Una visión razonablemente clara de cómo será el futuro. Sin una visión coherente, compartida y sentida, las personas no encuentran un sentido de propósito para el cambio. La visión es la regla-criterio que inspira y ayuda en los momentos difíciles. Si no, que lo digan –en otro contexto- aquellos que han pasado por procesos fuertes de psicoterapia y que descubren sus propios vacíos y se sienten vulnerables y en cierto sentido "desnudos" ante sí mismos. La visión organizacional del cambio, no se formula en este momento, pero es en esta fase en la que se torna vital para sostener el momentum del proceso de cambio.

c. Un sentido de urgencia positivo. No hay tiempo ahora para quedarse en la autocompasión todo el día. El líder tiene mucho que ver con reforzar todo el tiempo este sentido de urgencia positivo.

d. Capacitación para el cambio y sensibilización acerca de lo que está ocurriendo (Es distinto sentir que uno no va a poder lograr algo, y creer que de veras no lo va a lograr, que sentirlo y que venga alguien a decirle a uno: "Vas a salir adelante. Sólo se siente como si no fueras a lograrlo, pero sí lo vas a poder hacer). Aquí es dónde los psicólogos organizacionales, pueden hacer una diferencia vital entre el éxito y el fracaso del proyecto de cambio.

e. Retroalimentación y reconocimiento acerca de lo que se ha conseguido: Esto restaura la confianza temporalmente perdida durante esta fase del VDT. El líder ha de saber cuando ser asertivo y empujador y cuándo ha de reforzar los logros y reconocer no sólo los resultados sino el esfuerzo. Los colapsos del proceso de cambio, usualmente provienen en buena medida, de líderes a quienes en esta fase, sólo se les ocurre seguir presionando.

Por supuesto hay otros factores. Me he limitado a mencionar los que me parecen cruciales. No hay manera de evitar el VDT. Pero hay una diferencia del cielo a la tierra, entre cruzarlo sin ninguno de los cinco elementos mencionados y el poder disponer de éstos. La diferencia puede llegar a ser el éxito o el fracaso del proyecto de cambio.

5. La aceptación y el crecimiento:

Finalmente, una vez que salimos de la depresión transitoria, llegamos a aceptar el cambio, empezamos a probar fuerzas de nuevo (una nueva novia, el nuevo sistema de trabajo, una nueva actitud) y descubrimos que hemos alcanzado un nuevo estado de cierta tranquilidad y conciliación auténtica con nosotros mismos y que en el proceso hemos madurado y crecido, ya sea personal u organizacionalmente.

Ahora llega la fase en la que hemos incorporado el nuevo sistema. Queda ahora pendiente el institucionalizarlo, para que ese haga duradero. Cuando ya nadie nota que hemos cambiado en la organización (como lo han demostrado algunas líneas aéreas que han realizado cambios culturales importantes como Continental Airlines, Southwest, o los cambios reconocidos de Sears o General Electric), este es el mejor síntoma de que el cambio se ha institucionalizado. ¿Y ahora?. Bueno, ahora, hay que revisar de nuevo, qué otras opciones de cambio tenemos.

La perpectiva anterior, a veces es insuficiente para entender la resistencial al cambio. Por ello la complemento con el enfoque de cultura organizacional que presento a continuación.


Cambia la menara de pensar respecto al cambio.

2. Como afrontar los cambios.

Si pensamos en el cambio con miedo y como una amenaza, nos situamos en la zona del dolor y ya sabemos que cuando nuestro cerebro crea estas neuroasociaciones, se producirá una fuerte resistencia al cambio. Por tanto hemos de crear un fuerte apalancamiento interno, una motivación interior de que es necesario de que se produzca el cambio ya, una vez que tengamos esa palanca, hemos de eliminar la vieja pauta de resistencia, eliminar frases tales como.
- No puedo
- No voy a ser capaz
- Veo el futuro muy negro
- Es muy difícil
Cambiarlas por frases capacitadoras y a esas frases capacitadoras hay que asociarles emociones positivas fuertes, como por ejemplo el entusiasmo. Podemos ver una serie de acciones que nos pueden ayudar en el proceso del cambio.
Tenemos que crear una pauta nueva para el cambio, desde aprender algo, cambiar el sistema de gestión, cualquier cosa que nos sirva y reforzar esa nueva pauta recompensándonos cada vez que actuamos correctamente con respecto a nuestra nueva pauta.
Hemos de visualizarnos realizando lo que nos hemos propuesto y como hemos dicho aplicarle fuertes emociones positivas, de tal forma que se creen conexiones neuronales nuevas.
Hemos de ser consistentes con la nueva pauta para reforzar esas conexiones neuronales y que poco a poco se vayan rompiendo las viejas.
Por último, tenemos que comprobar como esa nueva pauta nos proporciona el placer que teníamos antes con la vieja pauta. Si conseguimos eso, estaremos en el camino de aceptar el cambio y crear nuevos caminos neuronales.

1.- Toma de decisiones. En lugar de estresarte y obsesionarte con la decisión perfecta, por qué no te planteas que tomes la decisión que tomes, será buena, porque eres capaz de apañartelas con el resultado final. Al fin y al cabo todos nos adaptamos a todo, y en muchos casos, puedes cambiar de opinión. ¿No es más tranquilizador pensar que pase lo que pase podrás sacar algo bueno y por tanto nunca tomarás una decisión errónea? Lo que haces es asumir la total responsibilidad de tu vida y aceptar que tú eres el responsable de que las cosas que están en tu mano salgan bien y, sobre todo, el responsable de tu actitud.
La toma de decisiones hace que cada vez nos sea más fácil seguir tomando decisiones, nos permite aprender de los fracasos para seguir tomando decisiones y por supuesto, nos amplía la zona de confort.

2.- Vivir en el presente. En el libro “El poder del ahora” hay una frase que dice “No dejes que el pasado distorsione tu visión del presente”. Es tan cierto que muchas veces vivimos en el pasado, recordando malas experiencias, traumas o miedos, y que eso hace que veas el presente con los ojos del pasado. Así que céntrate en el presente, en la persona que eres ahora no en lo que fuiste o hiciste antes.

De igual manera, no dejes que el futuro te preocupe demasiado, porque nadie sabe qué va a pasar. Por supuesto que eso no es nada fácil. A todos nos gusta anticipar las cosas (y con malos resultados, claro) y preocuparnos, de cosas que luego no llegan a suceder, tan sólo ocurren en nuestra mente que no para de rumiar. Céntrate en lo que puedes hacer ahora y libérate del futuro. Como mencioné antes quizá te ayude la idea de que, pase lo que pase, vas a ser perfectamente capaz de manejar las consecuencias. Date cuenta de la importancia de esa frase, si supieras que eres capaz de desenvolverte, de responder bien ante cualquier circunstancia, ¿por qué tener miedo? Y la realidad es que lo eres, o si no no habría tantísimos casos de personas que superan lo que parece insuperable. Incluso en las épocas más dificiles somos capaces de sacar lo mejor de nosotros mismos. No pierdas la perspectiva.


  3. Deja de esperar que algo o alguien te salve. Muchas personas viven esperando que un día pase algo o alguien que le cambiará la vida para mejor, y mientras esperan ese día, desperdician el presente. ¿Quieres estar satisfecha con tu vida, conseguir tus objetivos, disfrutar de lo que tienes? Pues deja de pensar que van a venir a sacarte las castañas del fuego y empieza a encargarte tú de tu vida. Poner tu vida en manos de un algo o alguien no es una buena idea y mucho menos si ni siquiera sabes si algún día va a llegar. Y si llegara, es mucho más satisfactorio hacerlo tú por tu cuenta. Si quieres ver cambios es hora de ponerse a trabajar empezando por  pequeños cambios que irán abriendo camino a cambios más grandes. Una de las ideas irracionales es la de esperar la recompensa divina o pensar que el mundo es justo, no hay que esperar tales cosas ni confiar en la suerte, hay que elaborar un plan estratégico, actuar, aprender de los errores y corregirlos.

4. Acepta el fracaso y los errores como parte de la vida y consideralos un paso más hacia la consecución de tus objetivos. No es tan difícil como parece, de todo se aprende, y aunque es algo muy dicho, ¡es la verdad! Prefiero llamarlo antes que fracasos resultados negativos o resultados adversos, hemos de cuidar nuestro vocabulario porque tal como hablamos pensamos y tal como pensamos actuamos, pero ésto lo veremos en otro artículo. Por tanto hemos de deshechar la visión catastrofista que nos paraliza, siempre hay un horizonte de luz, la historia nos lo demuestra, numerosas personas en situaciones desesperadas han salido adelante.


5. El cambio empieza hoy mismo. No debemos esperar un dia o un acontecimiento especial para que nos pongamos manos a la obra, ésto es sin duda lo más difícil de llevar a cabo, puesto que sólo cambiamos cuando el dolor que produce el seguir en nuestra zona de confort supera al de cambiar y muchas veces utilizamos subterfugios para evitar o dilatar el cambio (como es el caso de las adicciones al tabaco o al alcohol, al sexo, etc. que nos producen placer a corto plazo y nos mitigan el dolor)

6. Supera el miedo al cambio.

Puedes afrontar el miedo al cambio siguiendo estas recomendaciones:

-Recuerda que las dificultades son normales.
-Acepta un cierto nivel de riesgo en las decisiones.
-Evalúa con realismo los pros y contras de una opción.
-Aprender a apreciar diferentes posibilidades en la resolución de un problema.
-Piensa que cada opción tendrá cosas buenas y malas.
-No busques la solución perfecta sino la más aceptable.
-Pedir consejo no es una debilidad sino una actitud inteligente.
-Toma ejemplo de errores y aciertos ajenos también es una ventaja.
-Confía en ti mismo aún cuando no siempre aciertes, el ensayo error es una parte del proceso de aprendizaje. La confianza en uno mismo es fundamental.

Actuar pese al miedo es una actitud que nos capacita y nos evita dolor en el futuro.
- No necesitas la constante aceptación de los demás.
- Sé asertivo y no tengas miedo a decir no cuando así lo creas conveniente, ese es uno de los pilares de la autoconfianza.

7. Si algo no funciona cámbialo.
Desde que nacemos nos estamos enfrentando a cambios constantes, la época más difícil es la niñez y la adolescencia, una vez superada esa etapa de fuertes cambios luego resulta más fácil. La solución como hemos visto no es la resistencia y todo proceso de cambio empieza por la autoaceptación, aceptarse tal y como uno es porque la autoaceptación parte del autorrespeto y cuando nos respetamos evitamos las conductas autodestructivas que pueden producir placer a corto plazo, atajos que nos desvían de poder ser aquello que realmente queremos ser, se trata pues de ser conscientes de que si algo no funciona, permanecer en esa situación va a producir más dolor que el cambiarlo, aunque a corto plazo nos encontremos cómodos en lo conocido.

Por tanto la receta para iniciar el cambio pese a hacerme repetitivo sería.

- Acéptate tal y como eres con tus defectos y tus virtudes, nadie, absolutamente nadie es perfecto puesto que la perfección no existe, de hecho buscar la perfección es una conducta irracional, hemos de permitirnos errores y resultados adversos.
- Respétate y con ello evitarás conductas autodestructivas como las adicciones.
- Vincula el dolor al hecho de no cambiar y crea un fuerte apalancamiento interno, es decir, una fuerza que te impulse a cambiar por encima de todo.
- Fíjate unas metas y empieza por hacer pequeños cambios motivadores.
- Refuerza positivamente esas nuevas pautas, premiándote inmediatamente después de haber hecho lo correcto.
- Actúa pese al miedo, la mayoría de esos miedos como venimos viendo son irracionales y actuar pese al miedo nos capacita y aumenta nuestra zona de confort.
- Toma decisiones y sigue tomando decisiones sin miedo a equivocarte, de los errores se aprende.
- Vincula la nueva pauta con el placer con la ayuda del reforzamiento, de tal forma que las viejas pautas vayan desvinculándose.

8. Vive el proceso de cambio como un juego apasionante.

Para que nuestro cerebro acepte el cambio, ha de vincularlo al placer y qué mayor placer tomar ese proceso como un juego apasionante y divertido. Una palanca buena puede ser la pasión por aprender algo nuevo que te haga crecer como persona, que te desarrolle profesionalmente. Hay que ver las cosas con perspectiva, a esta vida venimos para aprender y disfrutar con el proceso sin preocuparnos excesivamente por el resultado; como se suele decir, lo importante es el viaje, no el destino, pues disfrutemos con el viaje. En el momento que armonizamos con las actividades que hacemos, que nuestras emociones son positivas y tenemos entusiasmo, nuestro subconsciente siempre busca los caminos para la realización eficiente de nuestras metas, ésto está más que dicho y es así. 

9. Modeliza lo que personas con éxito han conseguido.
Vivimos en la era de la información, tenemos infinidad de biografías de gente que alcanzó el éxito más que por su aptitud, por su actitud porque creyeron en algo fuertemente y con entusiasmo y no se dejaron paralizar por el miedo, historias de gente que ha roto paradigmas y han conseguido lo que nadie jamás consiguió y eran personas con una inteligencia normal. 
Además de estas personas que pueden parecer lejanas, todos tenemos ejemplos de gente conocida que han creído en un sueño y han actuado pese al miedo y que por supuesto han desarrollado su idea con éxito pese a haberse caído o haber fracasado alguna vez. Pues se trata de analizar a estas personas, ver como piensan, cuál es su actitud ante la vida, ver cómo para ellos los problemas son relativos y la mayoría de las veces se convierten en retos, como no piensan en las barreras y cómo siempre se ven teniendo éxito, jamás se visualizan fracasando o abrumándose por los problemas. Su apalancamiento interno es la necesidad constante de superación. No dudes en pedir consejo a estas personas.

10. Atrévete a hacer algo que jamás pensabas que ibas a hacer. 
La mejor forma de perder el miedo es hacer algo que siempre pensaste que no ibas a hacer, es impresionante lo que somos capaces de hacer con la motivación necesaria y que no hacemos porque nosotros mismos nos autosaboteamos, vale cualquier cosa, desde saltar de un trampolín, hablar en público, cantar en público, bailar, realizar un determinado trabajo. No pienses en el resultado tan sólo hazlo, es la forma más acertada de crear nuevas neuroasociaciones y de sentirnos capaces. Todas las personas que han alcanzado el éxito alguna vez se atrevieron a hacer algo que pensaban que era imposible para ellos y no se dejaron paralizar por el miedo. A veces es mejor cerrar los ojos y decir si, puedo hacerlo, que reflexionar en exceso dejando que nuestro cerebro nos de un empujón a nuestra vieja zona de confort.

11. Sé proactivo ante el cambio.

Para ser proactivo tienes que hacer lo siguiente.


  • Busca respuestas a problemas de difícil solución en vez de espera a que suceda algo.
  • No te limites a efectuar las actividades que se le solicitan sino que crea nuevas oportunidades por medio de la búsqueda de información.
  • Adapta su manera de hacer a las condiciones del entorno.
  • Ten capacidad para subordinar los impulsos a los valores.  
  • Toma la iniciativa y emprende la acción.
  • Sé perseverante; no abandones a la primera de cambio. 
  • Coopera con el grupo de profesionales aportando información y analiza las    aportaciones de los demás. 
  •  Busca constantemente información actualizada de tu área de trabajo. 
  • Ten asimilados perfectamente los procesos de trabajo y analízalos. 
  • Interpreta y explica conceptos y nueva información de manera efectiva. 
  • Conoce los recursos con los que puedes contar para realizar la tarea.  
  • Afronta positivamente el cambio.
 Desarrollar una conducta proactiva ayuda a afrontar problemas, prever consecuencias y orientarse a la innovación, de manera que cada persona pueda mejorar su competencia personal y profesional

3. Las dimensiones internas y externas del afrontamiento.

Las fuentes internas de estrés se originan en los esfuerzos psicológicos tendientes a manejar las dificultades. Los estilos conflictivos de pensamiento pueden ser causa de enorme agitación interna.

Consideremos, por ejemplo, el conflicto de Hamlet: '¿Ser o no ser?'. Este interrogante constituyó una profunda fuente de angustia, narrada de manera tan elocuente por Shakespeare. Diariamente todos experimentamos conflictos menores que consumen buena parte de nuestra energía y nuestra fortaleza psíquica. Conflictos sencillos relacionados con nuestras metas, como decidir entre ir al mercado o quedarnos en casa lavando la ropa, se cuentan entre los estresores de menor intensidad que, no obstante, tienen la capacidad de perturbarnos.

Todas las decisiones importantes crean conflictos internos hasta que se resuelven. Pero todos también experimentamos constantemente conflictos como, por ejemplo, los relativos a la crianza de los hijos. ¿Cuán estrictos o permisivos debemos ser? ¿Cómo expresarles afecto a nuestros hijos? ¿Cómo reaccionar cuando otra persona está en desacuerdo o tiene necesidades distintas de las nuestras? Muchos de estos conflictos surgen de la lucha entre aquella parte de nosotros mismos que quiere ser recta, honesta, respetada y diligente (aspectos que Freud llamó 'superego') y la que desea divertirse, descansar, estar cómoda y lograr sin demora lo que desea (el llamado 'id' por Freud).

Además de los conflictos internos, las emociones indeseadas constituyen otra fuente interna de estrés. A veces sentimos ansiedad o ira por algún acontecimiento del medio externo, pero a veces no les permitimos a esas emociones expresarse, y siguen mortificándonos, convirtiéndose en fuente interna de estrés. Cuando no podemos serenar nuestra mente o liberarnos de ciertas emociones, quedamos atrapados en un patrón de estrés interno.

Hemos visto que el estrés se puede originar en el medio externo, y que los conflictos o emociones de nuestra psique pueden perpetuarlo. La fuente del estrés guía, en parte, la elección del estilo de afrontamiento. Cuando identificamos claramente la fuente del estrés que sentimos, quedamos mucho más libres para elegir la manera de combatirlo. Conocernos a nosotros mismos nos ayuda a elegir. Podemos dirigir nuestros esfuerzos primordialmente hacia el mundo externo, o podemos trabajar en el mundo interno de nuestra psique. Los dos aspectos del afrontamiento, el interno y el externo, son igualmente importantes. Cuando reconocemos nuestro estrés y sus fuentes, aumenta nuestra capacidad de elegir la forma de sobreponernos.
Las personas extrovertidas o que tienen personalidad directiva se inclinan primero hacia la solución de los problemas externos. 
Las personas introvertidas o de naturaleza contemplativa tienden a observar primero en su interior y tratar de solucionar los problemas del mundo intrapsíquico del pensamiento, la imaginación y el espíritu, antes de intentar siquiera actuar sobre el entorno. Sin embargo, es importante anotar que todos tenemos la capacidad de utilizar mecanismos de afrontamiento internos y externos. En realidad, ambos son necesarios.

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