domingo, 27 de noviembre de 2011

Principios de neuroasociación

 El cerebro espera ansiosamente cada una de tus órdenes, y que está preparado para realizar cualquier cosa que le pidas. Todo lo que necesita es una pequeña cantidad de combustible: el oxígeno de tu sangre y un poco de glucosa. Si se trata de su complejidad y poder, has de saber que el cerebro desafía, incluso, a la más moderna tecnología computacional. Es capaz de procesar hasta 30.000 millones de bits por segundo, y puede jactarse de poseer el equivalente a casi 10.000 kilómetros de “cableado”. Normalmente, el sistema nervioso humano contiene unos 28.000 millones de neuronas (células nerviosas diseñadas para transportar impulsos). Sin las neuronas, el sistema nervioso humano sería incapaz de interpretar la información que recibimos por medio de nuestros órganos sensoriales, tampoco seríamos capaces de dirigir esa información hacia el cerebro, y de transmitir las instrucciones desde el cerebro acerca de lo que hay que hacer. Cada una de esas neuronas es, en sí misma, una micro computadora capaz de procesar aproximadamente un millón de bits de datos.

          Tales neuronas actúan independientemente, pero también se comunican con otras a través de una compleja red de 160.000 kilómetros de fibras nerviosas. El poder de tu cerebro para procesar informaciones es impresionante, sobre todo si se considera que un computador (al menos es lo último que hemos sabido), sólo puede establecer conexiones de una en una. En contraposición, una reacción en una neurona puede extenderse a cientos de miles de otras neuronas, en menos de veinte milisegundos. Para que tengas una perspectiva, has de saber que este tiempo es unas diez veces inferior al que tardas en parpadear.

          Una neurona tarda muchísimas veces más en enviar una señal que un típico conmutador de un ordenador, a pesar de lo cual el cerebro es capaz de reconocer un rostro familiar en menos de un segundo (un aspecto, que al parecer, aún no han logrado los computadores más potentes). El cerebro alcanza esta  velocidad porque, a diferencia de los computadores, que actúan paso a paso, sus miles de millones de neuronas pueden atacar, todas, un problema a la vez.

          Entonces, teniendo a nuestra disposición todo este inmenso poder, ¿por qué no conseguimos sentirnos felices de manera consistente? ¿Por qué es tan difícil cambiar un comportamiento como fumar o beber, comer en exceso o drogarse? ¿Por qué no podemos librarnos inmediatamente de una depresión, dejar atrás las frustraciones y sentirnos alegres cada día en nuestras vidas? ¡Por supuesto que podemos! Cada uno de nosotros tiene a su disposición el computador más increíble que pueda existir en la Tierra, pero, desgraciadamente, nadie nos ha proporcionado un manual para su uso (si tú tienes uno te agradecería lo compartieras con nosotros). La mayoría de la gente no tiene ni la menor idea de cómo funciona el cerebro, así que intentamos pensar en la forma de cambiar cuando, en realidad, nuestro comportamiento se encuentra instalado en nuestro sistema nervioso, en forma de conexiones neurales, es decir, en forma de neuro-asociaciones.  


El cerebro en su principio fundamental, actúa de dos formas básicas; una buscando aquello que le produce placer y otro evitando aquello que le produce dolor. Nuestro comportamiento se ve impulsado por reacciones ante el dolor y el placer más que por lo que nos dicta el intelecto.
Si vinculamos un fuerte dolor con cualquier comportamiento o pauta emocional, evitaremos caer en ellos a cualquier precio; a partir de esta idea tan simple, podemos aprovechar dichas fuerzas, que son contrapuestas para cambiar todo aquello que no deseamos, incluyendo el uso de drogas, o cualquier tipo de acción que pese a producirnos placer en un momento determinado, a la larga se termina convirtiendo en algo contraproducente.
El ser humano, es el único que puede cambiar sus asociaciones, de tal forma que el dolor físico se transforme en placer y viceversa.

Aunque nos gustaría negarlo, lo cierto es que nuestro comportamiento se ve impulsado por reacciones instintivas al dolor y al placer, y no por los cálculos del intelecto. Desde una perspectiva intelectual, podemos estar convencidos de que comer chocolate es malo para nosotros, a pesar de lo cual seguimos comiéndolo. ¿Por qué? Porque no nos sentimos impulsados tanto por aquello que sabemos intelectualmente, sino más bien por aquello a lo que hemos aprendido a vincular el placer y el dolor en nuestros sistemas nerviosos. Son las neuroasociaciones (las asociaciones que hemos establecido en nuestros sistemas nerviosos) las que determinan lo que haremos. Aunque nos gustaría creer que es nuestro intelecto lo que nos impulsa realmente, en la mayoría de los casos son nuestras emociones ( las sensaciones que vinculamos a nuestros pensamientos) las que nos impulsan.
 (Anthony Robbins, 'Controle su destino)
Pongamos un ejemplo muy sencillo.

El ejercicio físico llevado al extremo, produce sin duda dolor físico. En teroría el cerebro nos apartará de aquello que produce dolor como ya hemos visto. Pero vemos a diario como hay personas que pese al sufrimiento, disfrutan intensamente de ese dolor y se sienten bien cuando entrenan y ponen al máximo su pontencial físico, hay ciertos deportes donde el entrenamiento o la competición requieren de una dureza extrema; culturismo, ciclismo, atletismo, etc. Estas personas han aprendido a vincular o crear una neuroasociación de ese dolor con la sensación de placer, ese dolor momentáneo está asociado a fuentes de superación personal, de moldeado del cuerpo, de sentirse bien ganando una futura competición, de conseguir una mayor autodisciplina, mayor salud.
Podríamos citar otro ejemplo. Imaginemos a los políticos o a los directivos de empresas que todos los dias se tienen que enfrentar a situaciones difíciles, tomar decisiones en las que seguramente sentirán altas dosis de estrés.

El estrés a niveles moderados cumple un papel fundamental, el darnos energía extra para llevar a cabo las acciones que requieren de un mayor rendimiento, pero cuando esos niveles se disparan pasamos a la zona de dolor, aparentemente a nadie le gusta trabajar bajo una presión extrema, pero hay personas que han vinculado ese dolor con las emociones de sentirse poderosas, de conseguir objetivos importantes, de tener reconocimiento social, de construir algo único o de influir en miles de personas.

Últimamente se han hecho progresos considerables en lo que se refiere a comprender la mente humana, debido en parte a la sociedad entre dos ámbitos muy diferentes entre sí: la neurobiología (que se encarga de cómo funciona el cerebro) y la informática o computación. La integración de estos dos campos ha generado una nueva disciplina llamada neurociencia.

          Los neurocientíficos se dedican a estudiar cómo se producen las neuroasociaciones, y han descubierto que las neuronas están enviando constantemente mensajes electroquímicos de un lado a otro, a través de las rutas neurales, de una forma no muy distinta a como se produce el flujo vehicular, muy transitado. Esta comunicación se produce al mismo tiempo, de modo que cada idea o recuerdo se mueve a lo largo de su propio camino, mientras que miles de millones de otros impulsos viajan en direcciones individuales. Esta disposición nos permite pasar mentalmente del recuerdo de un aroma a pinos en un bosque, después de la lluvia, a la melodía de nuestra música favorita, a los planes sensiblemente detallados de una velada con la persona amada, o al tamaño y textura del piececito de un niño recién nacido.

          Ese complejo sistema no sólo permite disfrutar de la belleza de nuestro mundo, sino que también nos ayuda a sobrevivir en él. Cada vez que experimentamos una cantidad significativa de dolor o placer, nuestro cerebro busca la causa y la registra en el sistema nervioso, para permitirnos así tomar mejores decisiones, respecto a qué hacer en el futuro. Por ejemplo, sin la existencia en tu cerebro de una neuroasociación, que te recuerde que colocar la mano sobre una estufa encendida te producirá una quemadura, cometerías el mismo error una y otra vez, hasta que la mano te quedara totalmente achicharrada. En consecuencia, las neuroasociaciones aportan rápidamente a nuestro cerebro las señales que nos ayudan a acceder a los recuerdos y a maniobrar con seguridad para preservar la vida.

Cuando hacemos algo por primera vez creamos una conexión física, un diminuto filamento neural que en el futuro nos permitirá volver a acceder a esa emoción o comportamiento. Imagínalo así: cada vez que repites el comportamiento la conexión se fortalece. Agregas otro filamento a tu conexión neural. Con las repeticiones y la intensidad emocional suficiente, puedes añadir muchos hilillos, incrementando la fuerza tensora de esa pauta emocional o de comportamiento, hasta que finalmente has creado una “línea troncal” con ese comportamiento o sentimiento. Es entonces cuando nos vemos impulsados a experimentar ese sentimiento o realizar ese comportamiento de manera contundente. Dicho de otra manera, esa conexión se convierte en lo que ya has etiquetado como “superautopista” neural, y que te lleva a lo largo de una ruta automática y consistente de comportamiento.

          Esta neuroasociación es una realidad biológica, es algo físico. Nuestras neuroasociaciones son una herramienta de supervivencia y se hallan firmemente instaladas en nuestros sistemas nerviosos como conexiones físicas, antes que como “recuerdos” intangibles. Una forma de ilustrar esto, en el comportamiento humano, puede ser el de una persona que ya no disfruta fumando, pero que continúa experimentando la compulsión de hacerlo. ¿A que se debe? Esa persona se encuentra físicamente “conectada” con el hábito de fumar. Lo que explica por qué pudo resultarle difícil crear un cambio en sus pautas emocionales o de comportamiento en el pasado. No sólo tenía un “hábito” sino que había creado una red de fuertes neuroasociaciones en el sistema nervioso.

          Desarrollamos esas neuroasociaciones subconscientemente al permitirnos experimentar las emociones o comportamientos de un modo consistente. Cada vez que te permites emociones como la ira o el comportamiento de gritar a un ser querido, refuerza la conexión neural y aumenta la probabilidad de volverlo a hacer. El aspecto positivo para quienes desean cambiar algún hábito: si dejas de consentir un comportamiento o emoción durante el tiempo suficiente, si interrumpes durante un período de tiempo lo bastante largo tu pauta de utilización del viejo camino, la conexión neural se debilitará y atrofiará. De ese modo, la pauta emocional o el comportamiento limitador desaparecerán con ella. Tenemos que recordar también que, si no usas tu pasión, ésta disminuirá. Recuerda: el valor que no se usa, disminuye; el compromiso que no se ejerce, se desvanece; y el amor que no se comparte, se disipa.
Entonces después de visto esto, podemos decir que es posible entrenar un cambio neurasociativo.
Lo primero que hay que hacer es asociar ese comportamiento que queremos cambiar con el dolor o el sufrimiento y la nueva pauta con sensaciones de placer y emociones positivas.
Para ello podemos servirnos de disciplinas tales como la programación neurolinguística, la gestalt, la hipnosis, las técnicas cognitivo conductuales; con ello aprendemos nuevas habilidades que deben dar lugar a un cambio que sea congruente con nuestras aspiraciones y que a su vez sea duradero.
Para el entrenamiento con la PNL, recomiendo "poder sin límites" de Anthony Robbins. En este libro, se plantea el cambio neuroasociativo a base de visualizaciones; la pauta a eliminar la visualizaremos y posteriormente iremos degradando la imagen, la pondremos en blanco y negro, iremos disminuyendo su tamaño en la pantalla imaginaria hasta situarle en una esquina inferior, progresivamente, iremos creando una imagen cada vez más nítida de la nueva situación, le daremos más nitidez, iremos creando todas las submodalidades; olfativas, cinestésicas (tacto, olfato), auditivas, iremos asociando emociones positivas; calidez, alegría, etc.
Con las técnicas coginitivo conductuales, lo primero que hacemos es cambiar nuestras creencias o nuestros paradigmas. La primera creencia a cambiar es que precisamente podemos y somos capaces de cambiar; nuestra sociedad nos ha hecho asociar el hecho de enfrentarnos a un cambio importante en nuestra vida con la sensación de dolor y esto no debe ser así.
La segunda creencia es que el cambio debe ser desde ya mismo. No esperar a mañana ni a pasado mañana ni esperar que el futuro cambie las cosas. Somos los únicos responsables del cambio y los únicos que podemos gestionarlo.

1- Creer que tenemos que cambiar algo, no que debería, tendría que cambiar o podría cambiar. Debe ser un imperativo.

No podemos decir "mi negocio debería de cambiar", "voy a hacer cambios en mi negocio" y visualizar tales cambios asociarlos a un beneficio inmediato y duradero.

2- No esperar a que alguien cambie algo por nosotros, vuelvo a repetir que nosotros somos los gestores del cambio. Tampoco tenemos que culpar a nadie de nuestra situación o de que algo no haya funcionado como "debería"

3- Creer que podemos cambiarlo, con certeza, no de que existe la posibilidad. "Querer es poder". Lo que una persona consiga en su vida la mayoría de las veces está más relacionado con sus motivaciones que con sus capacidades.

4- Evitar el miedo a emprender una determinada acción. Este dolor no está asociado a un dolor real si no a un dolor imaginario.

5- Utilizar la dicotomía dolor-placer, en vez de que sean estos los que te utilicen a ti.

6-La manera de utilizarlo es comenzar a comprender, que en cualquier momento en la vida, nuestra realidad está basada en aquello en lo que enfocamos nuestra atención. Entonces, en vez de enfocarse en las supuestas consecuencias dolorosas de emprender la acción lo que propone es enfocarse en las consecuencias de no emprender la acción , en el precio que se paga por no conseguir los resultados que uno quiere. 

7- Utilizaremos una metodología a base de preguntas, con el fin de  buscar el precio que estmos pagando ahora y el que vamos a pagar a lo largo de los próximos meses y años. El precio que pagas y el precio que pagan las personas de tu alrededor.

8- Cuando hemos conseguido que el dolor de no emprender la acción sea real, cuando nos hemos hecho conscientes de este dolor, lo que conseguimos es una "palanca" para movernos a la acción y una vez decides emprender la acción nos condicionamos reforzándonos de forma positiva para que experimente placer. 

Para saber más sobre el tema,Anthony Robbins, prestigioso coach norteamericano, ha desarrollado un modelo para el cambio al que llama NAC, acrónimo de Neuro-Associative Conditioning o Condicionamiento Neuro-Asociativo.  


1 comentario:

  1. Me pasa lo mismo del ejemplo que pusiste del fumador y es muy fastidioso esas neuroasociaciones porq al fumar me genera placer, pero lo e asociado con el dolor y siento q ya las cosas no van bien, cuando hago hasta lo imposible por quitarme esa forma de pensar y no sucede, muchas veces por eso e tenido muchos problemas familiares y sociales, cuando de verdad cuando no lo hago soy totalmente distinto y hasta mi forma de pensar esta mas clara y esa forma de pensar ni aparece, ya son muchos años la q e experimentado eso y es de lo peor que puede pasar, ahora tengo unas inmensas ganas de fumar, pero para mi es algo muy grave porque llegan las neuroasociones y me afectan, pienso q fumar no es ni nada malo ni estoy matando a nadie por sentirme así, pero es como si eso no lo pudiera derribar y mis acciones no son congruentes con lo q pienso, por favor, alguien q este pasando por algo similar o me ayude le estaría muy agradecido de por vida, porq como todo mas adelante voy a querer salir adelante, tener mi familia, pero esto me a estancado mucho, quiero volver a mi vida de antes como todos los demás, gracias.

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