martes, 22 de octubre de 2013

La llave maestra. Lección 7. El poder de visualizar

Cada cosa tiene su belleza, pero no todos pueden verla
                                     Confucio
 
 Para ver claro, sólo basta con cambiar la dirección de la mirada.
                         Antoine de saint-Exupery


El poder de la visualización

 El poder es algo que siempre ha estado en nosotros y los vamos a ir descubriendo, desde que empezaos, nos enfocamos en el mismo tema de fondo, unas ideas sencillas pero muy poderosas si se aplican de forma correcta.
El subconsciente funciona en base a imágenes sin poder de discreción, sin poner objeciones, sin cuestionamientos, es un sirviente que nos permite crear nuestra propia realidad, tanto de forma positiva como de forma negativa, puesto que en aquello que enfocamos nuestra atención es lo que al final obtenemos.
Con lo que hemos visto hasta ahora, somos capaces de enfocar nuestro pensamiento hacia los objetos materiales o inmateriales de nuestro deseo y ahora vamos a ver como si a eso le añadimos la visualización, este poder se multiplica. Fijaremos un modelo visual en nuestra mente, que al pinciprio no tendrá el suficiente nivel de concreción y que progresivamente iremos retocando y que será el que configure nuestro futuro.
Imaginemos que somos artistas, pintores, escultores, etc., y queremos realizar una obra, primero lo que hacemos es visualizarla, crearnos una imagen mental lo más nítida posible. En la imaginación no existen límites ni restricciones y tienes total libertad. Ésto es de suma importancia y lo iremos desarrollando en esta lección; se trata de imaginar sin límites.
La clave consiste en desarrollar una imagen clara y precisa respecto al objetivo que tengamos fijado, seguidamente la retendremos en nuestra mente, no se trata de pensar una vez en ello y olvidarlo, la imagen habrá de ser evocada constantemente, con el mayor realismo y precisión posibles. Dicha imagen no se puede ser creada totalmente en un momento determinado si no que requerirá de ir perfeccionándola, añadiendo detalles, sitios, personas cosas, no hablamos de una imagen estática, si no de un entramado de situaciones relacionadas con nuestro fin último al que iremos dando forma con el podere ilimitado de nuestra imaginación. Cuando hablamos de visualizar, no solo nos referimos a imágenes, hablamos en sentido estricto de untilizar todos los sentidos, visual, auditivo y kinestésico, hay que representarlo tan vívidamente como nos sea posible, ver, oir, oler, tocar.  Con el tiempo veremos como lo imaginado viene hacia ti, pero para ello vamos a seguir los pasos, no basta con sentarse a imaginar y esperar que se materialicen las cosas, esto no es lo que estamos enseñando en la llave maestra, como veremos más adelante, lo que hacemos es mover la primera palanca de la causalidad, nos enfocamos y visualizamos y lo que hemos visualizado ya existe a falta de ser materializado, ahora falta actuar para ello.

- Cuando visualizas materializas
Rhonda Byrne. El Secreto

Muchas personas saben visualizar, tienen un objetivo claro y preciso y aún así fallan en algo, puesto que no son capaces de atraer aquello que quieren. Ésto tiene una explicación y esa explicación está en las autolimitaciones y en las restricciones; esas restricciones son de toda índole, económicas, de tiempo, de edad, miedos internos, para que la visualización despliegue su poder, hemos de partir de la total libertad interior, de la conciencia de que tienes un poder ilimitado.
Con la visualización ocurre como con los pensamientos, porque al fin y al cabo visualizar es pensar con imágenes, si pensamos en la salud, en el trabajo, en los negocios, en nuestras relaciones afectivas, lo solemos hacer muchas veces con miedo, es decir, si me va mal en el negocio, ese pensamiento negativo de fracaso o de miedo a las deudas es el que aflora. Pues bien, cuando estemos en el proceso de visualizar, hay que desterrar esas limitaciones y hacerlo a lo grande; en nuestra imaginación no hay límite de cantidad, ni límietes económicos, ni de salud, ni emocionales. Como venimos diciendo una y otra vez, esas limitaciones que anidan en nuestro subconsciente nos han venido dadas por impresiones de nuestros padres en la infancia, por otros adultos, profesores, amigos e infinidad de personas con las que hemos interactuado en nuestra vida y que han impactado en nuestro subconsciente y como ya sabemos, éste no racionaliza ni analiza y da por bueno todo pensamiento que sea aceptado, condicionándonos en nuestra forma de actuar, por ello cuando visualizamos, imaginemos que tenemos un lienzo en blanco para hacerlo a nuestro antojo sin ningún tipo de objeción, pensando que somos seres extraordinarios y que el Universo es abundante.

Proceso de visualización.

Primer paso. Idealización. Este paso es el más importante porque tendremos que dibujar en nuestra mente aquello que deseamos, al principio y dependiendo de cada persona, es un proceso que costará, bien porque tengamos difucultad para evocar cosas en nuestra imaginación o bien porque no tengamos bien definido el como recrear nuestro objetivo. Si este es tu caso, vuelve a empezar un día tras otro hasta que esa imagen sea clara y precisa. Para ello, como hemos dicho anteriormente, no pongas límites, no partas en tu imaginación de tu situación presente, de cómo estás actualmente, de si tienes más o menos problemas, enfócate en como quieres que sea tu futuro independientemente de lo que tengas hoy.
Recordemos que todo lo que somos o tenemos ahora lo hemos atraído nosotros con nuestra forma de pensar, somos pues cien por cien responsables de lo que nos ocurre, de nuestras circunstancias.
Las primeras veces que te pongas a practicar el ejercicio puede que lleguen a mezclarse la imagen futura idealizada con tu situación actual o con situaciones del pasada, que encuentres determinadas resistencias por viejos temores anidados en el subconsciente, pues en este caso, poco a poco tendremos que ir desechando todo eso de nuestra visualización para centrarnos sin limitaciones en nuestro verdadero objetivo.
No debemos preocuparnos porque al principio no alcancemos el nivel de concreción que esperamos, ya hablamamos de que esto es un proceso contínuo que con la práctica, el enfoque y el entusiasmo vamos creando la obra, le vamos añadiendo detalles, poco a poco nos alejamos del como estoy actualmente para ir recreando un futuro distinto y mejor.
Establecemos los objetivos, somos positivos en nuestra forma de ver las cosas, tenemos fe y enfocamos la mente, luego visualizamos y con el paso del tiempo esas visualizaciones van siendo más concretas, lo cargamos todo con entusiasmo y emociones positivas, entonces observamos como nos va llegando la inspiración, según palabras del escritor Paulo Coelho, el Universo conspira para que consigamos aquello que deseamos y cumplimos nuestra leyenda personal; el Universo se manifestará en forma de alguien que aparece brindándote ayuda de "casualidades", de determinadas circunstancias inspiradoras que aparecen como por arte de magia.
Segundo paso. Visualización. Tenemos que transformar ese mundo interior en imágenes concretas y cada vez con mayor nivel de concreción como hemos apuntado anteriormente, armonicemos nuestras emociones con el objeto visualizado. Al final se convertirá en un hábito perfeccionado, esas visualizaciones serán la que nos impulsen a la acción y no a quedarnos en un sillón esperando a que nos llueva el Maná.
Tercer paso. Actuar para que el objeto de nuestra visualización se materialice.
No pensemos en el cómo, si no en el qué y el para qué, una de las máximas de la ley de atracción es no tener que pensar en los medios y eso es algo maravilloso, tan sólo debemos enfocarnos en lo que queremos, a partir de ahí con el entusiasmo y la fe y eliminando los pensamientos negativos, veremos como va llegando aquello que pedimos en los tiempos que marque el Universo, el cómo hacerlo irá apareciendo ante nosotros.
Aprende a desarrollar la cereteza de que las cosas ocurrirán tal y como las imaginas sin dudas ni vacilaciones, sin que te importe cómo sea tu situación actual. Todas las tradiciones religiosas hablan de lo mismo, somos seres espirutuales, nuestro Yo no es la suma de los yos es mucho más que eso y a todo ser humano se le hizo esa promesa eterna, partiendo del hecho de que la Creación cumple un propósito y no ha sido hecha al azar, nadie ha tirado unos dados y ha surgido todo.
Si actuamos como venimos diciendo hasta la saciedad, el Universo será tu guía en tus propósitos de forma correcta y en el momento correcto.
La pasión provoca fe y se refuerza con la petición firme y con precisión, pide pues de forma concreta exactamente lo que deseas, cuantifícalo, descríbelo y confía en la expectativa de que se cumpla.

Ilustremos todo ésto con un ejemplo. Supongamos que nos encontramos en una situación en la que tenemos muchas deudas, o cualquier otro problema que nos haga rumiar el pensamiento negativo respecto a esa situación. Con las viejas pautas de pensamiento, lo que hacemos es pensar una y otra vez en las deudas o en aquello que nos hace sentirnos preocupados, sabemos que la Lay de Atracción dice que lo semejante atrae a lo semejante, entones pensamientos limitadores atraerán situaciones negativas y limitadoras. Si centramos nuestro pensamiento en las deudas, la deuda permanecerá e incluso aumentará, si pensamos en el fracaso, estaremos generando más fracaso, eso es así porque nos centramos en lo que no queremos en vez de hacerlo en lo que queremos. Así pues, concéntrate en lo positivo, pon el foco de atención en el futuro pero sin las limitaciones del pasado, sigue pensando en crecer y en mejorar aún después de haber alcanzado tus objetivos sin estancarte, porque el estancamiento al final producirá resultados negativos en tu vida.
No esperemos a que las cosas nos vengan dadas como por arte de magia, esto lo recalcamos una y otra vez, si no que gracias a estos conceptos que estamos aprendiendo y apuntalándolos en nuestro subconsciente con la repetición constante, actuaremos más y de mejor forma, plantaremos una semilla sana que florecerá puesto que hemos hecho lo correcto, hemos labrado la tierra que es nuestra mente en acción, hemos plantado la semilla que son nuestros pensamientos, hemos regado y abonado o lo que es lo mismo, hemos sido persistentes en nuestro hábito de pensar correctamente y enfocados a que la planta crezca, hemos visualizado la planta aun antes de que ésta brotara y finalmente la planta ha ido creciendo. Pero una vez que la planta se ha desarrollado, tenemos que seguir cuidándola, regándola, abonándola, quitándole las malas hiervas o esos pensamientos negativos y como sabemos que esa planta no va a ser eterna y que algún día se secará, tendremos que volver a plantar, pero en un terreno que ya teníamos preparado con el correcto pensar y que tendremos que seguir labrando y cuidando. La planta es el objetivo o el fin último, pero antes de ser planta, ésta ya existía de forma latente en la semilla, sólo era seguir el proceso adecuado para que la planta contenida en la semilla se materializara. Así es nuestra mente.

Seis Pasos Para Activar la Ley de Atracción con la Visualización Creativa

Primer Paso: Respira profundamente

Sitúate en un lugar tranquilo con ropa confortable (si es ropa suelta sería ideal). En una posición cómoda (puede ser sentado o echado), empieza a respirar profundamente. Inhala en cuatro tiempos, retén el aire durante cuatro tiempos más y exhala en otro cuatro tiempos. Repite este mismo proceso un par o tres de veces.

Segundo Paso: Relájate

Túmbate acompañado por una suave música de fondo (o una canción que te guste, que sea suave, te sugiero que sea música clásica o música de relación con sonidos de la naturaleza). Cierra los ojos, olvídate del mundo exterior y concéntrate en lo feliz que eres en este momento. Nota cómo tus músculos no tienen tensión alguna.

Tercer Paso: Deja volar tu imaginación

Con los ojos cerrados, imagina que te encuentras en un lugar que siempre has anhelado, un enclave paradisíaco que te proporcione relajación profunda (una playa desierta, una pradera verde…).

Cuarto Paso: Ubícate en la escena deseado

Imagina que tienes aquel objeto o situación que siempre deseabas, que estás bien con tus amigos o en el trabajo, que has encontrado aquella persona que te hace feliz, imagina lo que deseas que ocurra. Incluye cualquier detalle agradable que te venga a la mente e intenta percibir la voz de la persona o personas -agradables- que aparecen en la escena, o escucha los sonidos que haya en el ambiente imaginado, y suavízalo todo. Recuerda que la mente no distingue entre lo que es real e imaginación así que no pongas límite a tus deseos, siéntelos como si ya lo estuvieras obteniendo.

Quinto Paso: Mantén las imágenes creativas en tu mente

Mientras tengas las imágenes de aquello que estás pensando, di mentalmente algunas frases positivas como por ejemplo: “Qué bien estar otra vez con él, el paisaje es encantador…”, “Qué bien haberlo logrado”… Estas palabras son muy importantes para la visualización creativa.

Sexto Paso: Afirma lo que te gustaría que sucediese

Termina el ejercicio afirmando de manera muy seria: “Esto que yo deseo o algo mucho mejor se está realizando ahora para mí, de la manera más satisfactoria y para el bien de todos”

Técnicas de visualización basadas en la programación neuro linguística.

1. Conectando con el subconsciente.
La técnica consiste en adoptar una posición cómoda y relajarnos, acto seguido proyectaremos en nuestra mente una situación en la que el cambio o aquello que deseamos ya se ha producido, viviéndolo y experimentándolo como real, viviendo en el presente la situación deseada. Tenemos que proyectar la imagen mental de la forma más clara posible, y muy concreta, incorporando el mayor número posible de detalles, con el fin de dar más corporeidad y credibilidad a dicha imagen, con el objetivo de  grabarla profundamente en nuestro subconsciente. Para ello, es fundamental recurrir a los estímulos sensoriales, añadiendo colores, olores, formas, sonidos, utilizando el tacto, etc.
Nuestro discurso va dirigido al subconsciente, la cual es absolutamente primaria, con muchas características infantiles y prerracionales, y funciona con símbolos, imágenes y arquetipos. La escena coloreada, sonora, olorosa y táctil que enviamos a ese estrato de nuestro ser no es si no un código simbólico donde va implícita una información cifrada, ya que dicho simbolismo es el que asimila nuestro subconsciente.
También es importante durante estas prácticas usar el poder sugestivo de las palabras, en forma de breves afirmaciones positivas donde, con una frase, se exprese lo que deseamos conseguir. Estas afirmaciones deben hacerse siempre en primera persona, y tienen que formular el deseo en su forma positiva.

2. Explorando nuestro futuro 

Me traslado ahora con la imaginación a un momento de mi futuro... viajo a un lugar concreto, lo visualizo con el mayor número posible de detalles... ¿Cómo es ese lugar?... ¿Estoy solo, o hay alguien conmigo?... ¿Cuándo tiene lugar esa escena: en un futuro lejano o cercano?... Ahora voy a imaginar que, en ese lugar y en ese momento, he encontrado por fin algo que estaba buscando desde hacía mucho tiempo, algo muy importante para mí, algo de lo que tenía real necesidad... ¿Qué es lo que he encontrado? ¿Es algo material? ¿Es una persona? ¿Es un estado interno de felicidad, paz, plenitud?... Sea lo que sea, me visualizo como si ya lo hubiera conseguido... ¿Cómo me siento? Dedico un rato a saborear la experiencia, a sentir intensamente, a grabar la escena en mi memoria, con todo lujo de detalles... me digo alguna frase corta para expresar que he conseguido lo que deseaba...

3. Reconstruyendo un pasado ideal
Visualizo una escena del pasado en la que me sentí profundamente amado... Reconstruyo esa escena con el mayor número de detalles, exactamente como si la estuviera viviendo ahora por primera vez...
¿Cómo me fue expresado ese amor? ¿Con palabras? ¿Con un regalo? ¿Fue una mirada, o algún otro gesto? ¿Fue un acto de servicio y de entrega que me hicieron?... Me recreo en la escena, hasta que vuelva a sentir algo de la alegría que sentí cuando tuvo lugar aquel hecho.
Vuelvo ahora a un momento de mi vida en el que experimenté una alegría profunda... ¿Qué causa hizo que sintiera aquel gozo?... Reconstruyo la escena con toda claridad, con todos sus detalles, hasta que sea capaz de volver a sentir aquella alegría de nuevo... Disfruto con ella el mayor tiempo posible...
3. Buscando lo positivo
Regreso a un momento de mi pasado en el que experimenté dolor, sufrimiento, o algún tipo de aflicción o daño... Reconstruyo mentalmente la escena en sus detalles... ¿Cuál fue la causa de mi sufrimiento? ¿Fue algo que me ocurrió? ¿Fue la causa una persona que me hizo daño? Trato de entender por qué aquel hecho me produjo dolor...
A la vez que revivo esa aflicción, intento ver si de aquel hecho ha salido algo positivo, algo que me haya hecho aprender, algo que después, con el correr del tiempo, haya tenido consecuencias positivas para mi vida... Veo qué cosas positivas que tengo ahora se originaron en aquel acontecimiento, aparentemente doloroso...

4. Aplicando el perdón

Visualizo ahora una persona, de mi pasado o de mi presente, con la que siento que tengo algo pendiente... Puede ser una persona contra la que esté resentido por algún daño que me hizo... Puede ser una persona con la que me haya portado mal, a la que he hecho algún tipo de daño que quiera reparar... Puede ser alguien con quien quiera mejorar mi relación, superando rencores y malentendidos...
¿Quién es esa persona? ¿A quién he elegido?... Imagino que la tengo delante de mí, mirándome... Me fijo en todos los detalles de su rostro... Ahora le hablo, y le digo todo aquello que me salga del corazón, de la manera más viva que pueda, como si me estuviera escuchando realmente... Vacío mi corazón de los sentimientos que esa persona me inspira... Puedo expresarle rabia y resentimiento, aunque sea con palabras duras... O quizá mis palabras expresen mi deseo de ser perdonado por ella de algo malo que le hice...
Ahora me convierto en esa persona, y trato de ver desde su punto de vista la totalidad del incidente que ha producido mi resentimiento o mi arrepentimiento... ¿Cómo me siento mientras la escucho? ¿Cuál es su punto de vista sobre el conflicto que hay entre nosotros?...
Proseguimos el diálogo durante un rato, de la manera más real y vívida posible... siendo a veces yo mismo, y en ocasiones la otra persona... ¿Qué me digo a mí mismo mientras soy esa persona?...
Ahora me despido de ella, pero antes le digo algo que exprese lo que he aprendido de la experiencia... ¿Han cambiado mis sentimientos hacia la otra persona? ¿Qué cosas son las que veo ahora desde un nuevo punto de vista?... Se lo digo... Y escucho su despedida, las palabras que me dirige antes de desaparecer...    
8.- Olvidando lo negativo 
Piense en una circunstancia negativa que tenga ahora en su vida, en un problema que le preocupe, en una situación que le incomode... Cree un símbolo para ese problema, con una forma y un color (por ejemplo, un dolor de cabeza puede ser una aguja pequeña, de color negro, y fría al tacto)... Imagine ahora que va por un prado verde, y se encuentra un árbol... Ahora, saque desde dentro de usted ese símbolo que le ha dado al problema y entiérrelo al pie de ese árbol, bajo un metro de tierra... Ahora se marcha, dejando allí su problema enterrado para siempre...
Esta es una técnica muy usada en la Programación Neuro-Lingüística, basada en el gran valor terapéutico de los símbolos. Es más fácil “ enterrar” un objeto concreto (una aguja, en la práctica que hemos explicado) que una idea abstracta (un dolor). Esto es así porque nuestro subconsciente trabaja mucho mejor con símbolos e imágenes que con abstracciones.
Podemos utilizar nuestra imaginación para crear otras maneras de deshacernos de nuestros problemas asociados a símbolos: tirarlos al fondo del mar, quemarlos en una hoguera, lanzarlos al espacio, hacerlos más pequeños hasta que desaparezcan, etc

9.- Redenominando los problemas.
Esta práctica es una variante del ejercicio anterior. Consiste en asociar un problema con un símbolo, pero ahora, en vez de olvidarlo, intentaremos cambiarlo, transformando las características de ese símbolo en el sentido que deseemos, manipulando el objeto hasta que, con los nuevos colores, formas y sensaciones, creemos otro símbolo positivo que lo reemplace. Podemos proceder así:
Piense en un problema que tenga en su vida, en una situación que le preocupe o, simplemente, en algo que desee cambiar... Cree un símbolo para ese problema (por ejemplo, una bola negra y muy pesada para una situación de cansancio o depresión)... Visualice ese objeto, téngalo delante de usted, fijándose en sus características, sin pensar mucho... Póngale una etiqueta, un nombre a ese objeto... Por ejemplo: dolor, cansancio, tristeza... Ahora va usted a cambiar ese objeto, cambiando sus características por otras distintas... Por ejemplo, si el cansancio es una bola negra de plomo, cambie ahora su color, convirtiéndola en amarilla... Si es pesada, hágala ligera, muy ligera, como si estuviera llena de plumas... Vaya cambiando la forma, el color, el olor... Cuando lo haya hecho, póngase delante de ese nuevo objeto, disfrute con él, dándose cuenta de lo que siente ahora... Experimente alegría y paz al saber que su problema se ha evaporado... Ponga ahora un nuevo nombre a ese símbolo que ha creado (por ejemplo, descanso... salud... paz)... Siga disfrutando de ese bienestar...
 
 10. Nuestro refugio mental.
Este ejercicio es el más importante de cuantos proponemos en este capítulo dedicado a la imaginación. En los cursos de control mental, al santuario suele llamársele “laboratorio”, lugar arquetípico al que nos proyectamos conscientemente después de haber “entrado en alfa”, es decir, una vez que nos hemos relajado profundamente, condición esencial para poder acceder a este santuario. Establecidos en este nivel e instalados en el laboratorio, se trabaja entonces sobre la “pantalla mental”, elemento básico de ese taller, en la cual se proyectan las imágenes que queremos trabajar. Otras veces se le llama “paisaje interior”, y este término es el que hemos elegido para designar un componente del santuario. Los otros dos elementos serían la construcción del refugio y el encuentro con el guía interno.
Llámese como se llame, este lugar imaginario es una representación de nuestro subconsciente, depósito de una sabiduría universal que todos tenemos dentro, aunque no seamos conscientes de ella. Crear el santuario es construir un escenario simbólico que nos permita acceder a ese nivel, mediante imágenes claramente diseñadas, pues el lenguaje simbólico es el instrumento más directo para efectuar la conexión con esa dimensión interna.
Creado el santuario, nos bastará acudir a él para relajarnos, y para realizar allí todas las operaciones imaginarias que deseemos, que, en este decorado especialmente acondicionado, tendrán mayor eficacia.

A.- El paisaje interior
Veo ahora mi pantalla mental... Me imagino que la tengo delante de mí... Ahora, voy a contar de uno a tres, y, cuando diga TRES, voy a proyectar en esa pantalla un paisaje, un lugar que yo elija, un sitio que me inspire relajación, paz, y armonía... Voy a decir ahora una lista de lugares, la repetiré tres veces, y voy a escoger uno de ellos, el que yo quiera, el que más me guste, el que más llame mi atención, el que más me atraiga... Un bosque... Un río... Un jardín... Un lago... La orilla de una playa... La cima de una montaña... Repito la lista... Y ya, ya he elegido mi paisaje, el lugar que más me gusta... Bien, contaré hasta tres, y, cuando diga TRES, proyectaré ese lugar en mi pantalla mental... TRES, y ya, he proyectado en mi pantalla mi paisaje, lo tengo delante de mí...
Voy ahora a examinar con todo cuidado mi lugar... ¿Qué color tienen los elementos de ese sitio? Me imagino en el centro, y me fijo en lo que hay a mi derecha... a mi izquierda... al fondo... ¿Cómo es el cielo?... ¿Qué sonidos escucho en este lugar? Escucho con atención... ¿Qué olores percibo?... ¿Qué temperatura hace?... Me imagino caminando por este escenario, acercándome a las cosas que veo, tocando, oliendo, escuchando... ¿Cómo voy vestido?... Ahora intento ver cómo me siento en este lugar... ¿Estoy contento, tranquilo, feliz y relajado? ¿Me encuentro completamente a gusto?... Examino cómo me encuentro estando en este maravilloso lugar... Ahora vuelvo a mirarlo todo otra vez, veo el paisaje entero... ¿Hay algo que quiera cambiar? Si es así, cambio las cosas que no me acaban de gustar... Las coloco como yo quiera... Sigo cambiando cosas, hasta que me parezca que el lugar ya está perfecto para mí... Vuelvo a verlo entero otra vez, y disfruto de la paz y la felicidad que me da este lugar tan hermoso...
Desde ahora, este lugar va a ser para mí un refugio, un lugar donde puedo acudir siempre que lo necesite, siempre que yo quiera... Y, siempre que esté aquí, voy a sentir esta paz y esta felicidad...
Me proyecto en mi santuario interior, me imagino que estoy en mi paisaje elegido... Dedico unos instantes a recorrer el lugar, viendo, escuchando los sonidos que hay en él, tocando... Observo todo con detalle... Ahora, en algún lugar de este paisaje, voy a edificar un refugio, una casa donde poder estar más a gusto, donde pueda descansar... Puede ser una casa... una cabaña... una iglesia... una ermita pequeña... una cueva... Elijo lo que más me guste, lo que más me atraiga... Ahora, voy a edificar ese refugio dentro de mi paisaje... ¿En qué lugar está...? ¿Qué es?... Veo las paredes... ¿De qué materiales son? ¿De piedra o de madera?... ¿Cómo son las puertas y ventanas?... Veo ahora claramente todos los colores de mi refugio... Observo ya todo terminado, veo el refugio entero... Ahora, encima de la puerta principal, o en el lugar más importante de mi refugio, voy a colocar una palabra o una frase corta que me inspire este sitio, una frase relajan que me dé paz y felicidad... Ahora, voy hacia la puerta o entrada, y me imagino que entro dentro de este sitio... ¿Dónde estoy ahora? ¿Qué cosas veo?... Observo detenidamente lo que me rodea... veo los muebles que hay... las paredes, las ventanas... Me siento o me tiendo en algún lugar cómodo, y siento que me relajo profundamente, mientras todo mi ser se llena de paz, de tranquilidad, de alegría...
 
C.- El Guía
Visualizo mi santuario, lo veo claramente con todo detalle... Ahora entro en él, me proyecto a ese lugar, y me imagino allí... Recreo un estado de paz y quietud internas...
Ahora, en algún lugar de mi santuario, voy a encontrarme con un hombre muy sabio, con un maestro que puede ayudarme a resolver todos mis problemas... Intento localizarle en algún punto... Imagino que lo veo acercarse hacia mí, lentamente... Según se aproxima, voy distinguiendo cómo es, voy fijándome en todos sus detalles... ¿Qué edad tiene? ¿Cómo viste? ¿Cuál es su aspecto? ¿Qué actitud tiene hacia mí? ¿En qué lugar de mi santuario vive?...
Cuando llega ante mí, nos saludamos, y me dice su nombre... Entonces, una vez que hemos cogido confianza, le formulo una pregunta sobre algo que es muy importante para mí... Mientras le hago esa pregunta, le miro fijamente para ver cómo reacciona ante lo que le pregunto... Él puede responderme con palabras, o con un gesto o con una acción, o mostrándome algo... ¿Qué tipo de respuesta me ha dado?... 
Me convierto ahora en el hombre sabio... ¿Cómo me siento? ¿Cuál es mi actitud hacia el visitante que me hace la pregunta?... ¿Qué le respondo?... Luego, me convierto nuevamente en mí mismo, y prosigo el diálogo con el sabio... ¿Tengo alguna otra pregunta que hacerle?... ¿Qué siento hacia él?...
 
11.- El problema
“Centro mi atención en un problema que tenga planteado en mi vida, en una situación conflictiva que me gustaría resolver... Puede ser un pensamiento negativo insistente, una emoción negativa (temor, desconfianza, tristeza, depresión, angustia, culpa...), un recuerdo que me bloquea mi presente, una situación tensa con alguien, un síntoma físico de malestar o de enfermedad...”
Lo mejor sería practicar algún ejercicio de observación del flujo mental y seleccionar aquel pensamiento o tema negativo que más insistentemente ocupe nuestra mente, el que acuda con más frecuencia a nuestra conciencia, aunque en un principio pudiera parecernos trivial. Muchas veces lo que en principio creemos que es un problema grave no lo es tanto, mientras que hay temas que en apariencia no tienen relevancia, pero que son los que realmente nos preocupan y molestan, por hallarse profundamente enraizados en las capas internas de nuestro psiquismo. Estos son los que salen a la superficie cuando nos detenemos a observar nuestros pensamientos, y son los que deberíamos trabajar en este ejercicio.
Una vez elegido el tema-problema, enfocamos en él nuestra atención, dejando en completa libertad a nuestra mente para que piense en él de una forma espontánea, no dirigida. Se trata de conseguir que las capas más profundas de nuestra mente trabajen el tema, en base a asociaciones automáticas que el problema sugiera. Para ello, fijaremos nuestra atención en el “Yo” que observa el proceso desde fuera, y que no interviene directamente en él. Es como introducir el tema en una computadora, pulsar las teclas correspondientes, y luego esperar que la máquina trabaje por sí sola, procesando la información para, después de un rato, darnos la respuesta correcta a lo que demandábamos.
Cuando hayamos pensado el problema durante unos minutos, viene la segunda parte del ejercicio, la “retirada”, que consiste en desviar nuestra atención del problema, olvidarnos de él durante unos tres minutos, desplazando nuestra mente a otro objeto o sensación.
Para hacer esta retirada, podemos hacer varias cosas:
- Viajar a nuestro santuario, descansando allí unos minutos, sin acordarnos para nada del tema problemático.
- Tomar conciencia de nuestras sensaciones corporales (la respiración, por ejemplo).
- Fijar nuestra mente en una afirmación positiva que contrarreste la negatividad del problema. Si éste fuera, por ejemplo, una emoción de culpabilidad por algo pasado, podríamos repetirnos mentalmente la afirmación: “Ahora me libero de todo mi pasado. Es algo concluido, y me siento libre de él”... o alguna otra equivalente, esforzándonos por sentir el contenido de la frase.
Al cabo de unos tres minutos, volvemos nuevamente al problema, dejando que las ideas fluyan libremente, pero dándonos cuenta sí algo ha cambiado después de la retirada, si hay alguna solución, algún nuevo enfoque, alguna variación en el modo de encararlo.
Cuando sintamos la necesidad, hacemos la retirada nuevamente, para volver al tema otra vez cuando nos sintamos frescos. El ejercicio consta, pues, de fases de afrontamiento y fases de retirada, alternadamente.
Al terminar, revisamos la experiencia tranquilamente, percibiendo lo que hemos aprendido sobre el tema, las posibles soluciones que han aparecido en nuestra conciencia.
Sería conveniente concentrarse en el mismo problema durante varias sesiones seguidas, con el fin de enriquecer las aportaciones y lograr una mayor profundidad de las ideas aparecidas. En el caso de que alguna se repitiera, podríamos pensar que esa aportación nos está ofreciendo una vía real de trabajo.
Otra técnica útil es hacer el ejercicio por escrito, practicando lo que se suele llamar “escritura automática”, en el cual la mano se mueve libremente siguiendo la secuencia de los pensamientos automáticos que surgen desde nuestro estrato subconsciente. Esta variante es más fácil, al tener mayor concreción, y permite además tener un registro de los pensamientos, una muestra visible de ellos, con lo cual se evita la dificultad que supone el no acordarnos de lo que hemos pensado en el ejercicio. De todas maneras, se practique o no la escritura automática, es conveniente registrar por escrito las conclusiones que hemos aprendido sobre el tema al finalizar la práctica, de una forma clara y breve.
Otra posible variante consiste en hacer todo el ejercicio dentro del  santuario. Al ser éste un paisaje simbólico de nuestro subconsciente, nos aseguraríamos entonces un enfoque más profundo del tema, más automático, lo cual es, repitámoslo, el objetivo esencial de esta práctica. Por otra parte, al ser el  santuario  un lugar de descanso, de reposo, lleno de connotaciones positivas, nos ayudaría a alejarnos emocionalmente del problema, a considerarlo desde una vertiente más relajada. Además, al ser el  santuario el lugar donde está nuestro guía, podremos acudir a él para pedirle consejo y orientación, con lo cual nuestro problema tendrá otro punto de vista. En caso de realizar la técnica en el santuario, deberemos hacer la retirada de otra forma, usando para ello o bien las sensaciones corporales, o las afirmaciones.
Además de para resolver problemas, esta práctica es también útil para ayudarnos a clarificar objetivos importantes para nuestra vida : “¿Cómo sería si fuese la persona que realmente querría ser?”... “¿Cómo podría llegar a ser si desarrollara al máximo mis posibilidades?”... y otras preguntas parecidas, son aptas para trabajarlas con esta técnica, pues su respuesta es de tal envergadura e importancia, que es necesario implicar en ella a todos los niveles de nuestra personalidad. Otros ejemplos de preguntas podrían ser: “¿Cómo me gustaría poder amar? ¿Cuál es la causa real de que no pueda conseguir lo que quiero (dinero, amor, trabajo...)? ¿Cómo sería si fuese una persona más relajada? ¿Cuáles son mis sentimientos reales hacia tal persona?... Etc. 

Ejercicio propuesto por Hannel para principiantes.

Sigue como en los ejercicios anteriores, en una habitación, siéntate en una silla y adopta una posición confortable. Visualiza a un amigo tal y como lo viste la última vez, ubícalo en la situación que quieras, habla con él de algún tema que te parezca interesante, observa sus facciones, la expresión de su cara y de su cuerpo, sus gestos, sus posturas, recrea o inventa esa escena, observa sus emociones.
Si puedes hacer ésto, tu imaginación es excelente, en caso contrario persiste hasta que seas capaz de visualizar la escena de la forma que hemos descrito.
Haremos dos veces al día el ejercicio y luego seguiremos con la mente atenta tal y como hemos aprendido.

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